Summary: | La afirmación de una identidad profesional supone, en gran medida, la constitución y sedimentación de un núcleo de conocimientos cuyo acceso y comprensión implican un aprendizaje específico y dirigido. En este proceso, que casi podríamos designar de iniciático, la escuela desempeña un papel fundamental en la medida en que le corresponde no sólo la transmisión de ese cuerpo de conocimientos sino también el propio moldeado del perfil del profesional que se pretende. En Portugal, la formación de los ingenieros permaneció hasta bastante tarde en el interior de una formación militar, si bien su relación con áreas de intervención no militares, agrupadas bajo la designación global de ingeniería civil, se acentúa a medida que avanzamos en el siglo XIX. Las primeras señales de una nueva visión de la ciencia y de la tecnología se hacen claramente visibles durante el reinado de D. João V (1707-1750), a pesar de haber sido su hijo, D. José I (1750-1777), quien asumiera como un asunto de estado la necesidad de implementación de una actitud moderna relativa a las cuestiones científicas y técnicas. En el centro de este proyecto está la figura de Sebastião José de Carvalho e Melo, Marqués de Pombal, ministro de D. José I, un hombre fuertemente marcado por los ideales de las Luces, que impulsó un conjunto de reformas en la enseñanza caracterizado por las ideas del utilitarismo y del racionalismo, cuyo fin era modificar la estructura económica y social del país, colocándolo en el camino de la industrialización. Será, sin embargo, ya en el siglo XIX, tras el conturbado período marcado, primero por las invasiones francesas y, después, por las luchas liberales, cuando la problemática de la técnica y, por extensión, de la ingeniería, se considerará como el eje de la modernización nacional, cristalizándose en estos términos como el leitmotiv de la Regeneración. A partir de mediados del siglo XIX, la ingeniería portuguesa se liberará de la tutela militar y asumirá, finalmente, su vertiente de intervención civil.
|