Resumo: | Solo recientemente, la familia ha ocupado un lugar significativo en el análisis, explicación y comprensión del entramado político y las relaciones de poder en la sociedad moderna. Reducida a unidad básica del sistema, célula primera de acción social y núcleo primario de poder y representación, la organización familiar poseía entonces una indudable proyección que se extendía a todos sus miembros, constituyéndose en el principal elemento de identidad e identificación del hombre moderno. Un papel tan señalado y asumido que hacía normal o cotidiana la coincidencia de los intereses grupales con los del individuo, lo que no quiere decir - como advierte Jaime Contreras - que éste no pudiera vivir su aventura personal con cierta soltura (Contreras, 1992: 28-29). La familia, en este sentido, solía mediatizar de forma casi natural las trayectorias de sus miembros, siendo habitual que se encontrara detrás de decisiones importantes como el matrimonio, la herencia o el destino profesional de los más jóvenes, elecciones que podían truncar o confirmar largos procesos de auge y promoción (Ferrer i Alós, 1995:11,-27).
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